Bajo el lema “la frontera está cerrada”, el Gobierno de Estados Unidos ha intensificado el uso de tecnología de vigilancia —drones, sensores terrestres, cámaras térmicas, motocicletas tácticas y torres inteligentes— para combatir el tráfico de personas y drogas en la franja limítrofe con México. La estrategia busca frenar la operación de cárteles que, según autoridades estadounidenses, continúan engañando a migrantes con supuestos cruces “fáciles, rápidos y seguros”, en un contexto donde no existen canales adicionales de ingreso regular para solicitantes de asilo.
De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), las políticas de seguridad y migración impulsadas por el presidente Donald Trump provocaron una caída del 84.5% en los cruces irregulares durante el último año fiscal. Las detenciones pasaron de 1 millón 530 mil 523 en 2024 a 237 mil 538 entre octubre de 2024 y septiembre de 2025. Funcionarios del CBP atribuyen esta reducción al despliegue de sistemas de vigilancia aérea y terrestre que permiten detectar movimientos a kilómetros antes de que los migrantes lleguen a la línea fronteriza, así como a operativos coordinados con agencias locales.
El gobierno estadounidense sostiene que esta combinación de tecnología militar, patrullajes reforzados y acciones legales contra traficantes ha elevado la capacidad de respuesta frente a organizaciones criminales mexicanas dedicadas al tráfico humano y al contrabando de drogas. Sin embargo, organizaciones civiles advierten que el cierre de rutas de cruce sin ampliar vías legales de asilo puede empujar a los migrantes hacia zonas más peligrosas del desierto y aumentar los riesgos de muerte.





